Era un gran baúl, como si fuera un barco de muchos colores, como si fuera un rayo de luz salido de las manos maravillosas de algún juglar de los muñecos y dentro de él, un pequeño mundo de títeres que viajaba mas allá de la imaginación en un extraordinario viaje que cruzó el océano en un acto mágico de encuentro con nuestros carajitos en cualquier lugar de la Caracas nuestra de cada día.
Dentro de ese gran baúl, un personaje. Un Dragoncito que viene afamado y admirado por todos los niños españoles desde su lugar de origen en Binéfar, Aragón de España. Un renombrado Dragoncito que viene al encuentro de nuestros muchachos para contarles sus aventuras en el viejo continente y mostrarnos esos personajes que lo acompañan en ese periplo corto por Caracas invitado por la embajada de España en Venezuela.
...y como los muñecos no vienen solos, Paco, Ángel y Mónica y son los responsables del mágico hecho cultural que nos traen LOS TITIRITEROS DE BINÉFAR para llenar de buen títere los espacios donde se presentarán incluyendo la sala Juan Bautista Plaza de la Biblioteca Nacional, además de realizar un taller dirigido a titiriteros venezolanos interesados en conocer las técnicas de estos profesionales quienes ya llevan 36 años titiritiando por Europa y quién sabe cuántos lugares mas en el mundo.
Como buenos juglares, estos titiriteros han recorrido a España hasta en su corazón, montado cualquier cantidad de espectáculos en ese maravilloso espacio donde la experiencia ha crecido con el aprendizaje de todos los días, donde se han convertido en una referencia obligatoria en el marco cultural de la España actual y de otros sitios de Europa.
Entramos en la Sala de la Biblioteca Nacional, con la curiosidad a flor de piel. Allí ya había un grupo de niños y muchos adultos invitados, entre ellos las personas que habían hecho durante tres días el taller con Paco.
En el centro del escenario, un treatrino un tanto tradicional aguardando la llegada de los personajes, quienes hicieron su aparición por la parte trasera del público con unos atuendos muy particulares que nos recordaron a esos juglares del renacimiento que andaban de pueblo en pueblo llevando a la gente es evento callejero que los metió en la historia cultural del mundo como unos seres indispensables, necesarios y extraordinarios con un sitio en el corazón de los niños de todas las épocas.
El acto empezó y el teatro se convirtió en un lugar particular donde a partir de ese momento el mundo era del tamaño del teatrino y de los caprichos de los títeres. El acto nos trasladó a ese pequeño mundo donde los conflictos deben tener la aprobación de los pequeños y donde esos mismos pequeños deben ser arte y parte de un hecho diseñado para que ellos crezcan.
LOS TITIRITEROS DE BINÉFAR, nos demostraron que para ser buenos, se debe trabajar mucho y se debe tener claro que el titiritero es un ser de todos los días de a cada rato, de todos los momentos. No debemos olvidar que los niños dejan de ser niños muy pronto para hacerse parte del corazón de la vida y crecer con ella y con la memoria llena de los recuerdos de la infancia.
El acto termina cuando PACO, ÁNGEL y MÓNICA invitan a los niños a salir de la sala con ellos y hacer una gran ronda. Entonces salimos con la misma marcha musical como ellos entraron a la sala y nos dirigimos a la plazoleta donde son testigos de ese acto maravilloso nada mas y nada menos que el busto de Pablo Neruda y Gabriela Mistral.
Allí, Mónica junto con los niños, lanza un globo que al tomar altura rumbo al hermoso azul caraqueño, se queda atrapado entre las ramas de la vieja ceiba de la biblioteca y todos deseamos en ese momento que el contenido que llevaba ese embajador infantil a los cielos caraqueños se hiciera realidad desde el corazón transparente de todos esos carajitos que estaba mirando lo hermoso que es ser felices aunque sea por 5 segundos.
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