Las lluvias dejaron su saldo de problemas, pero la vida ha continuado y los niños no han dejado de crecer, ni de correr, ni de mirar al mundo desde sus juegos: Ni el mundo se ha detenido un solo segundo a mirar lo que dejamos atrás. Por el contrario, todo indica que una nueva vida se refleja en la poesía de la sonrisa desgreñada de esos carajitos nuestros, que recorren el corazón de los adultos en un hermoso momento donde se manifiestan los sentimientos mas bonitos de todos los días.
Y es que los niños que están alojados en la Cancillería hicieron del Salón de lectura Manuelita Saenz de la plaza Bolívar, un lugar para encontrarse con los cuentos de Mayerling y de Nieves, ambas bibliotecarias de la biblioteca mas pequeña del mundo, pero la mas grande sala de lectura y de juegos y de cuentos que tiene la comunidad de Figueroa en el municipio Los Salias del estado Miranda..
Estás dos señoras compartieron una mañana llena de colores con los pequeños habitantes de la Casa Amarilla y jugaron con ellos y les llenaron de flores su corazón y los hicieron sentir la parte mas bonita de un hermoso libro de cuentos que se estaban contando todos, era una parte del día dedicada a la vida que Charango y Mijares les cantaban desde los niños que alguna vez fueron."y que todavía son"
Es que el Metro de Caracas y Fundarte de la mano amiga de la Biblioteca Lorenzo Pérez construyeron un día para los niños que estaban alojados en los refugios cercanos a la plaza Bolívar pasaran un rato dentro del mas lindo salón de cuentos que tiene Caracas como lo es la Sala de lectura Manuelita Saenz.
Entre cuentos y canciones los pequeños hicieron realidad la magia de las cosas que nos suceden desde los libros, de esas maravillas que nos llegan con el canto y del calor que nos transmiten aquellos seres que se dedican a hacer felices a los carajitos sin importar el momento ni la circunstancia que transiten, Carmen Cristina era ya la cómplice de lo lindo de este rato soñador en el mágico Salón de Lectura de Fundarte.
Mas niños vendrán y mas niños jugarán a soñar en este pequeño espacio lleno de libros de cuentos, títeres, canciones, juegos y la maravillosa magia de saber que alguien les mira con amor desde cualquier rincón de la sala Manuelita Saenz.
LOS REFUGIOS DEL METRO DE CARACAS TAMBIÉN SE LLENARON DE LECTURA.
Del salón de lectura de la plaza Bolívar, en un pestañear de palabras aparecimos, en el salón de niños del refugio 4 F de La Rinconada perteneciente al compromiso del Metro de Caracas con las personas en situación de damnificados.
Allí y entre cuentos y canciones, jugamos a contar y cantar con otros carajitos que eran del tamaño de las cosas que contamos y cantamos en un pequeño espacio donde cabían las canciones y los cuentos que nos soñaríamos esa mañana tan bonita como una sonrisa de colores inventada por todos.
Esta vez Mayerling y Maria, hicieron una pequeña rueda de sueños que se llenó con la lectura de cuentos, como si los cuentos fueran un acto mágico dominado por las gracias y el encanto de las cosas que alguien cuenta para hacer realidad las letras que algún libro guarda entre sus paginas para que luego vuelen por la imaginación de los mas pequeños.
Entonces, las seis cuerdas de la guitarra de Mijares sonaron para hacer de la mañana un coro desordenado de carajitos y de nosotros jugando a decir las cosas en voz alta para que las gentes se cansen de oírnos crecer como los árboles.
Y de allí nos marchamos con nuestros cuentos a cuestas para encontrarnos con los niños y niñas del complejo Caño Amarillo con quienes nos tocaba jugar por la tarde. Y es que jugar es una aventura de siempre que nos permite abrir un libro en cada cosa que hacemos diariamente y estos muchachitos son la parte mas bonita de este arco iris que leemos todos los días desde el corazón del Sol.
Esta vez Mayerling nos puso a dar vueltas como si fuéramos las agujas de un reloj y las canciones saltaban de muchacho en muchacho y hasta Jorge se hizo repentinamente un carajito de pelo blanco y Carmen Cristina se sentó al lado de la guitarra roja de Mijares Y Charango nos metió dentro de la cajita negra que le cuelga del pecho como un escapulario de abuela salida de algún cuento de Pocaterra.
Es que la tarde se nos estaba marchando en un bonito acto donde la lectura era la protagonista de los cuentos y canciones que nos habíamos contado en un día que se hizo ceremonia y jardín donde la palabra crecería desde entonces y hasta la próxima jornada.
Entonces el Metro de Caracas, Fundarte y el colectivo cultural evaluaron tres jornadas de lectura que sirvieron de excusa para un encuentro con los niños y niñas que hicieron del amor un arco iris que cruza de cuentos y canciones esta maravillosa experiencia de los refugios.
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