Es que un encuentro de burras es un encuentro con los niños y con los adultos que jamás han dejado de ser niños, porque el colorido de sus corazones nada tiene que ver con la edad del tiempo ni con el tiempo detenido en los cuadernos de dibujo que algunas veces guardamos en el recuerdo como si fueran el patio de la escuela donde nos crecieron los sueños.
Este año, la alegría tiene que ver con un homenaje que se le brindó a cultores de otros pueblos que tienen una larga trayectoria cultural que trasciende los espacios locales donde nacieron, como es el ejemplo Magaly Loreto, una docente de San Fernando quién tiene treinta años dedicada a bailar las burras y otros tanto practicando otras tradiciones como buena investigadores de las tradiciones apureñas que es, al igual que Antonio típico García, de Bolívar de 84 años, quien se ha hecho merecedor de este homenaje no solo por su trayectoria, también por la constancia en el mantener viva una tradición que no morirá, ya que él se ha encargado de que se mantenga viva en la esencia de su pueblo.
También Paulo Ayala, de Choroní, es el otro cultor que ha hecho de las burras la parte más importante de su vida y con la que ha echado raíces más allá de un hecho cultural con el que se hizo un ser humano especial y con la importancia de quién en el devenir del tiempo ha hechos de los seres humanos una razón de vida que lo ubica como un personaje inolvidable de su pueblo.
Pero no basta con destacar a los homenajeados de esta vez, también hay presentes en este encuentro otros muchos cultores que andan de pueblo en pueblo haciéndose unos gigantes ante una tradición que llena de colores los sitios donde ella se crece como la mejor
De esta manera, Marizapa colmó sus calles con la alegría de más de 150 burras teniendo como presencia fundamental a los niños como la extensión más necesaria de la alegría y los colores, seguidos por el vuelo de la tercera edad que asumió la tradición como parte de ellos e hicieron de las burras una necesaria tormenta de alegría que ni la misma edad los pudo detener.
Marizapa los vio recorrer sus calles bajo la inclemencia de un sol vegetal que también se hizo color y sudor de una expresión tan hermosa como el movimiento musical que los confunde a todos en el corcoveo de unas burras llenas del frenesí de las fiestas de Santa Eduvigis, patrona del pueblo.
Pero tenemos la obligación de reseñar la presencia de quién con sus 88 años a cuestas, es el más viejo de los cultores presente en este evento, el señor Francisco Torres de Guarenas, quién tiene 31 años bailando e hizo el recorrido con el mismo empeño que todos pusieron para que el encuentro fuera la más bonita palabra de acompañamiento para un lugar que queda en el corazón de una región que se ha caracterizado por la gran riqueza cultural de sus habitantes. BARLOVENTO REGIÓN INSÓLITA.
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