El Cují es una pequeña comunidad de Los Salias que queda en mitad de una hermosa montaña, con el embalse de La Mariposa como paisaje de fondo que la rodea como si fuera una verde guirnalda de arboles que se pierden en la imaginación y allí, en medio de ese paradisíaco encuentro con la naturaleza, queda una escuela que se llama Unidad Educativa Estado Aragua, que parece sacada de los versos de algún poeta campesino.
Cuando llegamos, nos enteramos que una biblioteca era la razón de ser de nuestra visita a ese pequeño jardín de niños que nos acabábamos de sembrar en el corazón, fue inevitable nuestra emosión ante aquél paisaje humano tan lindo, ante aquellos versos hechos personas y ante la posibilidad de sentir que mas allá de estar bien, lo que nos estaba sucediendo era que estabamos formando parte de un pequeño mundo donde lo posible se hizo realidad.
Como siempre, nuestras inseparables Mayerling y Nieves, libros en mano, nos aguardaban para hacernos volar por la fantasía de las cosas y encerrarnos en el bello perimetro de las palabras cantadas y contadas, es decir, estábamos abriendo nuestros paraguas para iniciar otro encuentro con la Ruta del Arcoiris.
Muchos niños. Niños de todos los tamaños. Muchas maestras, algunos maestros. Ese era el escenario maravilloso de un día que comenzó con una sonrisa de oreja a oreja y en medio de una gran alegría que nos generaba aquella casita de los libros que se estaba abriendo a partir de nuestra presencia..
Mijares parecía otro carajito, Jorge pelaeando con la puntualidad hizo magia del tiempo y se convirtió en el Perro de la Sabana y mordizqueó a la pobre Nieves quien se reía del terror que semajante can le infundía. Mayerlin era otra cosa, es que era tan delgadita y tan linda que las cosas que contó se dejaron ver por entre la felicidad de sus pequeños espectadores.
Ni hablar de los carajitos del preescolar, nos enseñaron a cantar desde el tamaño de ellos y nos enseñaron a gritar como si fueramos la voz del viento empatucado de los colores de nuestro arcoiris. Fua sensacional compartir con ellos las palabras de celofán y las breves canciones que Mijares tarareó desde el tiri ri rí de Oscar Rodriguez y todas esas cosas que los niños nos regalan desde sus sueños.
Cuando llegamos, nos enteramos que una biblioteca era la razón de ser de nuestra visita a ese pequeño jardín de niños que nos acabábamos de sembrar en el corazón, fue inevitable nuestra emosión ante aquél paisaje humano tan lindo, ante aquellos versos hechos personas y ante la posibilidad de sentir que mas allá de estar bien, lo que nos estaba sucediendo era que estabamos formando parte de un pequeño mundo donde lo posible se hizo realidad.
Como siempre, nuestras inseparables Mayerling y Nieves, libros en mano, nos aguardaban para hacernos volar por la fantasía de las cosas y encerrarnos en el bello perimetro de las palabras cantadas y contadas, es decir, estábamos abriendo nuestros paraguas para iniciar otro encuentro con la Ruta del Arcoiris.
Muchos niños. Niños de todos los tamaños. Muchas maestras, algunos maestros. Ese era el escenario maravilloso de un día que comenzó con una sonrisa de oreja a oreja y en medio de una gran alegría que nos generaba aquella casita de los libros que se estaba abriendo a partir de nuestra presencia..
Mijares parecía otro carajito, Jorge pelaeando con la puntualidad hizo magia del tiempo y se convirtió en el Perro de la Sabana y mordizqueó a la pobre Nieves quien se reía del terror que semajante can le infundía. Mayerlin era otra cosa, es que era tan delgadita y tan linda que las cosas que contó se dejaron ver por entre la felicidad de sus pequeños espectadores.
Ni hablar de los carajitos del preescolar, nos enseñaron a cantar desde el tamaño de ellos y nos enseñaron a gritar como si fueramos la voz del viento empatucado de los colores de nuestro arcoiris. Fua sensacional compartir con ellos las palabras de celofán y las breves canciones que Mijares tarareó desde el tiri ri rí de Oscar Rodriguez y todas esas cosas que los niños nos regalan desde sus sueños.
Nosotros abrimos la tarde como si fuera un libro inmenso de pequeños cuentos y nos pusimos a contar de nuevo con la bendita Rana de la Sabana y el pulgoso perro que atraído por los niños se escondió del gruñido de un león y mas parecía un gatico cazando mariposas que un fiero de rapiña formando parte de un lindo cuento de todos los días.
De manera que la biblioteca de la escuela quedó oficialmente inaugurada con una hermosa cinta de risas y un montón de aplausos que aún se oyen hasta en el corazón de los carajitos de Figueroa como a un millón de siglos de distancia del bonito Cují donde nos sembramos hoy.
El regreso nos hizo reflexionar sobre la importancia de hacer nuestros grillos por todas esas escuelas que quedan separadas de las urbes y donde lo infinito es la distancia que hay entre las instituciones y los pocos recursos que ellas tienen para hacer que sus niños disfruten de los mismos derechos conque se siembran de flores los corazones de todos los carajitos de la patria.
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