Por sexta vez, los libros venezolanos tienen una excusa para encontrarse con la gente y por sexta vez esa misma excusa nos permite encontrarnos con los amigos que quisiéramos ver mas seguidos, pero, por cosas de la vida, es necesario hacer de la distancia la mas corta necesidad de comprender que este pequeño espacio donde habitamos lo podemos convertir en una sala de lectura donde todo nos quede mas cerca.
El Parque Miranda se convirtió en el escenario del disfrute de este maravilloso encuentro con nuestros libros y sus autores (algunos autores), quienes van a permanecer durante la brevedad del tiempo en unos espacios donde serán manoseados por la mirada curiosa de los lectores que transitan cada stand como si estuvieran en medio de un gran libro abierto a la luz de la vida.
De nuevo, el público se encontrará con la poesía de cada día, con las cosas narradas que a cada momento respira en medio de la calle. Es que el público se hará autor y actor de unos momentos únicos que sólo en un encuentro de libros se pueden vivir. Es que el público es eso, mas que público, es un mundo llamado lectores con nombres propios a la hora de seleccionar la obra que les toque leer.
De nuevo veremos a personas estimulando la lectura desde diferentes puntos de vista y con diferentes técnicas de abordaje, de nuevo veremos la gran sala de niños llena de los mismos sueños que todas las veces, de todos los niños que traen esta maravillosa merienda de cosas por hacer y los libros tienen siempre ese secreto que encanta y esa magia que enamora como si el amor fuera el personaje preferido de esos carajitos que nos llenan de tremenduras nuestro paso por la feria.
De nuevo los libros nos unen en el mismo recital de poesía que el año pasado se quedó a medias y que esperamos completar con los nuevos trabajos de los poetas que nos sumergen en el mundo de las palabras, como si las palabras fueran el pequeño mundo donde habitan nuestras musas cotidianas y la cotidianidad de los detalles.
Y es que suponemos que un festival de libros, es también un encuentro con todo. Un encuentro con esas cosas de andan a nuestro lado sin darnos cuenta y que mas allá del decir, está el lado bonito del recibir estas gratas sorpresas que nos dan las personas cuando se juntan para leer la misma realidad que comparten con los secretos de esas cosas que se dicen en silencio mas allá de la palabra.
Este año no hay sorpresas, las editoriales no tiene cartas bajo la manga, pero creemos que la meta fundamental es hacer crecer el circulo de lectores que cada una tiene resumida en el historial breve de sus ventas.
La Feria comenzó con buen pié. Los verdes del parque se confundieron con el arco iris que produce la lectura de tantas maravillas que se esconden en el corazón de cada lugar de lectura, de cada pagina que se cruza con la mirada acuciosa que investiga el porque de las cosas, es que la feria es algo mas que un lugar de libros, es también un sitio para inventarse amigos y para hacer que los amigos crezcan del tamaño de los árboles en una sola lectura.
Hay mucho que decir de los libros, mucho que comentar de los autores y muchos centimetrajes de pequeños hechos que ocurren en el corto espacio de una gran fiesta donde el invitado de honor es el libro venezolano con todas sus consecuencias, incluyendo el personaje infaltable de todos los años, LA COMPAÑERA LLUVIA.
De nuevo, el público se encontrará con la poesía de cada día, con las cosas narradas que a cada momento respira en medio de la calle. Es que el público se hará autor y actor de unos momentos únicos que sólo en un encuentro de libros se pueden vivir. Es que el público es eso, mas que público, es un mundo llamado lectores con nombres propios a la hora de seleccionar la obra que les toque leer.
De nuevo veremos a personas estimulando la lectura desde diferentes puntos de vista y con diferentes técnicas de abordaje, de nuevo veremos la gran sala de niños llena de los mismos sueños que todas las veces, de todos los niños que traen esta maravillosa merienda de cosas por hacer y los libros tienen siempre ese secreto que encanta y esa magia que enamora como si el amor fuera el personaje preferido de esos carajitos que nos llenan de tremenduras nuestro paso por la feria.
De nuevo los libros nos unen en el mismo recital de poesía que el año pasado se quedó a medias y que esperamos completar con los nuevos trabajos de los poetas que nos sumergen en el mundo de las palabras, como si las palabras fueran el pequeño mundo donde habitan nuestras musas cotidianas y la cotidianidad de los detalles.
Y es que suponemos que un festival de libros, es también un encuentro con todo. Un encuentro con esas cosas de andan a nuestro lado sin darnos cuenta y que mas allá del decir, está el lado bonito del recibir estas gratas sorpresas que nos dan las personas cuando se juntan para leer la misma realidad que comparten con los secretos de esas cosas que se dicen en silencio mas allá de la palabra.
Este año no hay sorpresas, las editoriales no tiene cartas bajo la manga, pero creemos que la meta fundamental es hacer crecer el circulo de lectores que cada una tiene resumida en el historial breve de sus ventas.
La Feria comenzó con buen pié. Los verdes del parque se confundieron con el arco iris que produce la lectura de tantas maravillas que se esconden en el corazón de cada lugar de lectura, de cada pagina que se cruza con la mirada acuciosa que investiga el porque de las cosas, es que la feria es algo mas que un lugar de libros, es también un sitio para inventarse amigos y para hacer que los amigos crezcan del tamaño de los árboles en una sola lectura.
Hay mucho que decir de los libros, mucho que comentar de los autores y muchos centimetrajes de pequeños hechos que ocurren en el corto espacio de una gran fiesta donde el invitado de honor es el libro venezolano con todas sus consecuencias, incluyendo el personaje infaltable de todos los años, LA COMPAÑERA LLUVIA.
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