Vamos a Crear es el resultado de las Actividades Culturales entre: los trabajadores del Metro de Caracas, El Concejo de Gestión del Calvario, FUNDARTE, La ONA, Consejos Comunales del Sector Caño Amarillo, El Colectivo Cultural "ARCOÍRIS DEL SUR" y demás Organizaciones Públicas y Comunitarias que hacen vida cultural en estos espacios.

domingo, 13 de febrero de 2011

UNA ARCOIRIS EN LA CANCILLERÍA

UN REFUGIO DONDE LOS NIÑOS SON DEL MISMO COLOR DEL ARCOÍRIS.

Lo mágico de un cuento es el encanto conque se cuenta y los colores que deja en el corazón de quién lo oye contar, ese es el caso de los niños refugiados en el la Torre Ministerial de la Cancillería donde estuvimos este fin de semana acompañando a una gente de la Universidad Bolivariana quienes tenían un compromiso con la chiquillería de ese centro de atención a las personas que se quedaron sin vivienda durante las últimas lluvias.

Allí cantamos y contamos esas cosas que sabemos cantar y contar en un lindo encuentro con unos muchachitos que parecían grillos de colores en una gran fiesta donde la palabra se hizo forma, y voló como si fuera una mariposa hacia el infinito de la imaginación esparciéndose como si fuera el viento.

Y Rosita Contó y le dijo a los niños sobre un caimán-niño empeñado comerse un niño y lo que logró fue que una niña le diera una lección de madurez y se le quitaron las ganas (por lo menos, por ahora), de comer niños.

Entonces el Perro del Cerro y la Rana de la Sabana formaron su zaperoco hasta que el León Gruñón los hiciera esconderse acabando con el lío tenían montado con todos los animales, recibiendo como lección el tener que vivir unidos y en paz para que nadie les imponga su fuerza y los domine y es que Jorge era la rana y el perro del cerro y era el León y era Jorge el cuentacuentos y el amigo de los carajitos que leía tan mal que los niños lo estaban enseñando a ser un contador de cuentos del tamaño de los cuentos y de los niños.

Es que Mijares había comenzado sembrando su ti ri ri rí -tiri ri rá en aquel cajoncito de lunares de vidrio donde estábamos haciendo lo posible por guardar toda la alegría de una tarde preciosa que habíamos sacado del sombrerito mágico de las flores.

Mientras tanto, los jóvenes de la bolivariana, le repartían chucherías a los carajitos y jugaban con ellos y les pintaban la cara y los invitaban hacia el acto de malabares que habían traído consigo desde quién sabe que lugar del universo, es que la tarde era tan bonita que nos nos dimos cuenta que todo había terminado y ya íbamos caminando hacia el Salón de lectura de la plaza Bolívar lugar donde viven estos dos cuentos hermosos que habíamos contado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario