El día de la tierra se ha hecho un ritual para homenajear a nuestra madre imperfecta desde donde nos mantenemos vivos gracias a su bondad y al parto infinito de nuestros alimentos. La Pachamama indígena, la morena madre enraizada con todos lo olores del suelo fecundo que en forma de vientre nos ofrece su fecundidad para llenar de colores nuestra vida, la existencia hermosa que ella comparte con el Sol como si fueran la pareja perfecta de amor a la que le debemos esto que somos.
La gente de Paramacay se levantó temprano para cantar con la tierra el acto mágico de acariciarla para enriquecer su razón de ser, hacerla fértil para sembrar desde ella el nuevo paisaje que los vecinos y vecinas sueñan como si la tierra fuera una novia a la que se le debe besar el corazón para enamorarla y hacerla existir dentro de nosotros.
La pequeña comunidad se dispuso a tener un vivero, un espacio donde sembrar una semilla para que la tierra sonría y nos llene de verdes la piel de una comunidad que crece como los arboles queriendo alcanzar lo mas alto de la naturaleza para que toso sus espacios luzcan las bonitas galas de las plantas que ornamentarán la paz y la tranquilidad de sus habitantes.
La poesía de la vida se encontró en Paramacay el jardín donde la tierra se hermanea con los elementos mas posibles de la realidad y las mujeres y hombres salieron a llenar de tierra esas pequeñas bolsitas donde crecerán las hijas de una tierra maravillosa que echarán ramitas menudas que pronto querrán alcanzar al sol en su afán por hacerse adultas y buenas mozas.
Las gráficas nos muestran una jornada donde los pocos fueron suficientes para hacerse sentir ante un hacho hermoso que convirtió a la tierra en la protagonista de un día tan importante como fértil, la gente lo logró...ACARICIARON A LA TIERRA EN SU DÍA... pronto la tierra será propiedad de alguien que se merece el honor de sembrar el futuro desde sus manos embarradas de amor por LA PACHAMAMA.
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